viernes, 22 de junio de 2012

Hopeless


Hace mucho que no escribo y hoy lo hago rota por el dolor.

A principios de este mes acabó el infierno que había estado atravesando durante todo este año, no de la mejor manera como hubiese deseado, pero por lo menos acabé. Pero quién me iba a decir que después de este infierno eterno iba a venir otro: el sueño se había roto para siempre.

Me lo esperaba tras ver cómo había sido el año y cómo había dado por terminado el viaje. Demasiado cansancio, demasiadas noticias malas y ninguna buena, demasiado estrés, demasiada desilusión. Y ahora, demasiado dolor. He estado soñando durante años con una misma cosa: llegar a ser médico, y un mal año, una mala época, me ha quitado el sueño. La realidad se ha quitado el antifaz y ha mostrado su verdadera cara: la peor de todas las posibles. Nada, absolutamente nada, ha sido bueno este año. Todo han sido decepciones, caída tras caída, y cada vez que me levantaba me volvía caer, y lo hacía más abajo aún. He querido rendirme y no sé por qué no lo he hecho. Me siento orgullosa de mí misma por haber llegado hasta el final, pero no paro de pensar que haberlo dejado y volver a retomarlo después de un parón muy necesitado hubiese sido lo mejor.

Tengo otras opciones, unas opciones que no me hacen la misma ilusión que me hacía la Medicina. Estoy tan profundamente enrabietada conmigo misma que prefiero no ir a la universidad y pudrirme en un rincón. Me lo merezco, personalmente me lo merezco, porque no he luchado más pero no podía haberlo hecho porque no había fuerzas que sacar donde no las había. Es muy fácil hablar y decir “haber sacado mejor nota” cuando no sabes ni lo que me pasa, cuando no te pones ni siquiera en mi lugar, cuando ni siquiera me escuchas. Es muy fácil hablar sin saber pero es muy difícil hablar sabiendo, aconsejando y animando cuando no se está bien. No sé lo que haré porque no tengo ánimo, ni esperanza, ni ilusión. Quiero quedarme dormida y no pensar, quedarme ahí tirada para siempre. ¿Morir? Soy demasiado cobarde para morir pero se puede estar muerto en vida, y así es como me siento ahora.

Quiero estar sola, con mi dolor, en la oscuridad, sin que nadie me diga nada. Saldré adelante, lo sé, pero necesito recuperarme por mí misma, sin que nadie me atosigue.

Siempre hablo de lo mismo. Siempre lo mismo me afecta y estoy cansada. Quiero salir de este agujero, quiero ser feliz, pero mi carácter, esa personalidad perfeccionista y exigente jamás me dejará. Pero nunca cambiaré y no quiero cambiar, ni que me cambien. Tengo muy claro que la gente me tiene que querer como soy y que no traten de cambiarme. Si no te gusta como soy, vete. Tampoco te lo voy a impedir.

Ahora, en este preciso momento, comienza un nuevo capítulo, una nueva experiencia que me da miedo, que me aterroriza, como un niño que tiene miedo a la oscuridad. Pero esa es otra historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario