martes, 16 de abril de 2013

Shapes

Era cándida y dulce. O al menos así la recordaba. Le parecía el ser más frágil del universo, más que un bebé. Tenía el cabello largo y rubio, y podía imaginar que sería blanco cuando los rayos del sol impactaran sobre él. Era pequeñita, como si fuera una joven adolescente; no lo sabía porque no la conocía. Su tez era del color del cuarzo, ligeramente rosada, aunque en los días duros de invierno pertenecía a la población aria. No recordaba sus ojos, pero los imaginaba grandes, vivos. No recordaba su boca, pero la imaginaba caliente, mensajera de grandes dosis de afecto. No recordaba su nombre, pero estaba seguro de que era dulce al pronunciarlo.

Ella era la silueta en el espejo.

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