sábado, 6 de abril de 2013

Love Never Dies


Puso el CD que tantas veces la había acompañado a lo largo de su vida y se tumbó en el sofá de cuero negro. Las notas musicales resonaban en la estancia diáfana, junto con las imágenes que pasaban por su mente, imágenes de aquella noche mágica con aquellas mismas notas sonando a lo lejos. Allí le vio, al hombre que jamás había dejado de amar, sobre ella, besándola, acariciándola, sonriendo con esa sonrisa que jamás había cambiado. Se habían escapado en mitad del concierto porque habían sentido lo mismo: era el día, era el momento de llevar lo suyo al próximo nivel; lo necesitaban. Y allí estaban, en una pequeña explanada rodeados de flores silvestres mientras él la hacía suya; sus manos recorrían su cara, su cuello, su pecho, seguían por la cintura con destino a sus piernas. Los besos eran cada vez más apasionados, más salvajes, más llenos de deseo. No podía sentirse más viva, más feliz que en aquel momento. Y ahora, tras muchos años después, el llanto teñía las notas que un día la hicieron feliz. Sabía que las cosas habían cambiado, que a pesar de seguir siendo amigos el sentimiento nunca había cambiado. Seguía amándole en el silencio de su interior, seguía sintiendo lo mismo que sintió aquella inolvidable noche que la amó. Seguía sufriendo desde el día que se acabó.

2 comentarios:

  1. No había leído tu blog, y la cuestión es que me ha gustado. ¡Tienes nueva seguidora! :-)

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