Quedan dos días para mi cumpleaños y aparecen los típicos nervios del gran momento: una cumple un año más, pero no es otro cumpleaños más, es diferente. Me propongo vivirlo de una forma distinta, rodeada de buenos amigos, intentando sacar la parte buena a las clases (a pesar de lo aburridas que sean) y sobre todo, reírme mucho, porque la vida son dos días y uno de ellos lo he pasado mal.
Sólo queda vivirlo con las típicas felicitaciones, la gente que te llama y que dejan el teléfono quemando de tanto sonar, algún que otro regalito y pasarlo con los seres que más quieres.
Es un día y, cuando menos te das cuenta, ya se ha pasado y el año que acabas de cumplir ni pesa. El próximo año (mis 18) habrá alcohol. Prometido.
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